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lunes, 23 de febrero de 2015

Hermano Gorila. Eva Colomina. Fotógrafos y animales.




Un hermoso proyecto fotográfico de Eva Colomina



Después de dedicarnos durante las últimas entradas a observar proyectos fotográficos que desafían los límites de nuestra percepción visual e indagan en cómo esta compone la imagen de nuestros propios rostros, creo que no es inoportuno volver a los animales no humanos precisamente a través de la mirada de los antropoides, retomando también el hilo de nuestra sección dedicada a la imagen del mono, la más visitada de nuestras páginas temáticas. Creo que nos dará un buen pié a nuestro próximo artículo sobre las fronteras entre animales y animales humanos a través de la palabra. De un mudo o un sordomudo no se nos ocurre decir que sólo le falta hablar para ser una persona, pero es un tópico comentario que constata la noción popular de que los animales tienen personalidad, y un mundo interior que transmiten a través de su mirada, sus gestos y sus interacciones. Si el género del retrato fotográfico es aplicable a criaturas no humanas es por una mezcla de humanización involuntaria, fruto de las improntas de nuestra percepción, tanto como por la evidente capacidad empáticamente reflexiva de cruzar la mirada entre cualquier especie zoológica. La cámara y la visión del fotógrafo son excelentes intermediarios de esta selectiva percepción del mundo y de las criaturas.
Los animales son algo más que soluciones anatómicas alternativas, especializadas o caprichosas dignas de ser exhibidas en un catálogo, opinión que ya hemos expresado reiteradamente al respecto de la existencia de bestiarios, colecciones y exhibiciones zoológicas circenses o de cualquier índole.
He trabajado para diversas exposiciones zoológicas, casi siempre de carácter temático bastante específico, y entiendo muy bien la atracción que estos lugares ejercen sobre nuestra curiosidad más atávica y sobre nuestros afectos hacia la cercanía de los animales que consideramos hermosos, fascinantes, atractivos o atemorizadores. Pero ya he dicho en muchas ocasiones que pese a ello siempre me había pesado una cierta desazón, una sensación de trabajar para el enemigo engañosamente bienintencionado. Los zoológicos son prisiones. Suponen el encierro traumático de animales necesitados de su entorno natural y de la autogestión de su supervivencia, de expectativas, y, a menudo, de una relación social normal con los de su especie. Los elefantes solitarios son raros en la naturaleza y desdichadamente anómalos en aislado cautiverio. Imaginaos a vosotros mismos fuera de vuestro contexto habitual, desprovistos de vuestros recursos y vuestras relaciones sociales. Vuestro cuerpo vivo y en movimiento sólo daría testimonio de vuestra presencia física, pero ya sólo existiríais en el abismo de vuestros pensamientos.



Tal y como nos habían conmovido e interesado los trabajos de animales en cautiverio de Manuela Kulpa o de Britta Jaschinski, y habiendo vivido durante un tiempo significativo de mis actividades profesionales (e inevitablemente personales) en el Zoo de Barcelona, célebre durante años por la presencia del gorila albino Copito de Nieve, al alcance de los proyectiles de su hijo Urko, me ha parecido oportuno volver a nuestra habitual antrozoología artística, preferentemente fotográfica, de la mano de la fotógrafa Eva Colomina, quien amablemente me ha ofrecido el material que ilustra este post. Gracias a nuestra coincidencia en el contexto de la Escola d'Art de l'Hospitalet, hemos podido charlar sobre diversos aspectos de este tipo de proyectos fotográficos y de su propia selección de imágenes para dar su visión de los gorilas como figurantes de un espectáculo en el que, pese a todo, viven su vida y sienten el paso de los estados de ánimo rodeados de absurdo paisaje humano itinerante y pasajero.
"Hermano gorila" es un proyecto que habla sin palabras. Las palabras tal vez asomen a nuestros pensamientos al contemplar las imágenes de este reportaje, pero no nos cabe duda de que, con palabras o sin ellas, pensamientos claros, nítidos, pasan por por los individuos que nos observan o nos ignoran al otro lado del objetivo de Eva.



















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